El mundo literario de J.R.R. Tolkien, con su vasto legendarium profundamente enraizado en mitologías antiguas, es una obra cuya grandeza radica en su coherencia interna, su riqueza lingüística y su respeto por tradiciones épicas. Frente a esto, Más Allá de la Comarca tras adquirir el libro de La Guerra de los Rohirrim y realizar una labor de investigación profunda, pudo dilucidar que las reinterpretaciones, especialmente en el prólogo escrito por Brian Cox, invitan a una reflexión crítica sobre cómo ciertos valores contemporáneos pueden, de manera involuntaria, alterar la esencia de la narrativa de Tolkien. Un ejemplo claro es cómo la retórica feminista y empoderada introducida en el desarrollo del personaje de Hera, hija de Helm Manomartillo, no solo es una desviación de la tradición literaria de Tolkien, sino que también amenaza con desvirtuar los fundamentos culturales y temáticos de Rohan.
En las historias de Tolkien, las culturas de la Tierra Media se construyen con una precisión antropológica que refleja sus valores, jerarquías y roles sociales. Rohan, en particular, se basa en una idealización de los anglosajones, donde el valor de la lealtad, el linaje y las tradiciones orales predominan. Dentro de esta sociedad, el rol de la mujer no es meramente un apéndice pasivo del hombre, sino que encarna virtudes fundamentales como la fortaleza, la compasión y el honor dentro de un marco complementario a las responsabilidades guerreras de los hombres. Eowyn, quizás el ejemplo más claro de esta dualidad, representa una transgresión heroica al papel tradicional, pero lo hace desde una posición de excepcionalidad, no de norma.
Sin embargo, el tratamiento de Hera en el prólogo de Cox parece forzar una modernización que no encaja con la narrativa del profesor
«La relación de Helm con su hija Hera, nos muestra que él ciertamente la infravalora. Hay algo verdaderamente moderno en Hera, es una mujer emancipada por derecho propio, y su padre trata de ponerse al día. Al comienzo de nuestra historia, Helm aún no ha llegado a entender a su hija del todo, pero, según avanzan los acontecimientos, se va dando cuenta de que es extraordinaria, y de que probablemente posee incluso más fuerza que sus hermanos.
«La tradición de Rohan dicta, por supuesto, que la mujer es aquella a quien se debe proteger y estimar, quien se debe quedar en casa. Pero esta historia anticipa un cambio en esa dinámica. Al principio, Helm se siente confuso por la situación, pero no es tonto, la reconoce y ve en Hera la mujer en la que su hija desea convertirse. Sin embargo, como padre, aún desea proteger a su hija y no quiere ponerla en situaciones de riesgo, porque toda su vida él mismo ha estado en constante peligro. Al fin y al cabo, lo que no quiere es que ella viva, la vida que ha vivido él». Prólogo del libro, La Guerra de los Rohirrim.
La tradición de Rohan dicta, por supuesto, que la mujer es aquella a quien se debe proteger y estimar, quien se debe quedar en casa
Al describirla como “una mujer emancipada por derecho propio” y al sugerir que su fortaleza supera la de sus hermanos, Cox introduce una narrativa contemporánea de empoderamiento femenino que, si bien válida en nuestra época, no encuentra un lugar orgánico en el marco cultural del pueblo de Rohan. Este cambio socava la autenticidad de la historia, pues redefine la relación entre los géneros en términos de conflicto y competencia, algo que Tolkien evitó deliberadamente al construir sus personajes. Sin contar con que Tolkien no menciona ni el nombre de la hija de Manomartillo.
La relación de Helm con su hija, tal como la describe Cox, se centra en un supuesto menosprecio hacia Hera, algo que contradice el espíritu de los personajes tolkienianos. Los padres en el legendarium rara vez se muestran como figuras despóticas o insensibles; por el contrario, suelen reflejar ideales de sacrificio y deber.
Libro de El Señor de los Anillos – La Guerra de los Rohirrim | Chris Smith y Prólogo de Brian Cox
Helm Manomartillo, un rey guerrero atrapado en un contexto de supervivencia, actuaría desde un entendimiento profundo de las necesidades de su pueblo, no desde un conflicto generacional con su hija
Además, la tensión sugerida entre Helm y Hera insinúa un arco narrativo donde el patriarca debe “ponerse al día” con los valores modernos que Hera personifica. Este planteamiento no solo resulta anacrónico, sino que también simplifica la rica interacción entre tradición y cambio que Tolkien presenta en sus historias. Las evoluciones culturales en la Tierra Media no son impulsadas por ideas revolucionarias, sino por eventos trágicos y heroicos que forjan nuevos caminos sin rechazar el pasado.
Uno de los aspectos más problemáticos del prólogo de Cox es su insistencia en una emancipación femenina que parece desvinculada de la realidad de Rohan. Si bien Tolkien ofrece ejemplos de mujeres fuertes como Galadriel, Arwen, Lúthien o Eowyn, estas figuras no representan una ruptura con sus sociedades, sino una extensión de sus valores.
Por ejemplo, Eowyn desafía las expectativas sociales, pero lo hace porque la desesperación de la guerra exige su intervención, no porque busque redefinir el rol de las mujeres en Rohan
La narrativa de Hera, en cambio, parece diseñada para resonar con audiencias modernas que buscan modelos explícitos de empoderamiento femenino, sin considerar cómo este enfoque puede resultar ajeno al contexto histórico y cultural de la Tierra Media. Este tipo de anacronismo no solo es innecesario, sino que puede alienar a aquellos lectores y espectadores que buscan en la obra de Tolkien una experiencia auténtica y coherente con su visión original.
Sobre las Doncellas Escudadas
«Doncellas Escudadas, eran mujeres de las tierras limítrofes. En tiempos más aciagos, cuando todos los hombres fueron masacrados, tomaron las armas y lucharon. Tuvieron que lidiar con los efectos colaterales del deseo masculino de poder y control. Defendieron Rohan cuando nadie más podía hacerlo. Se piensa que son solo un fenómeno del pasado, pero una docella escudada nunca dejará de lado su juramento de defender su tierra y proteger al reino de Rohan» Prólogo del libro, La Guerra de los Rohirrim
La introducción de las Doncellas Escudadas como un colectivo de mujeres guerreras que toman las armas en ausencia de los hombres no solo carece de precedentes en el canon, sino que también resulta incompatible con la estructura cultural de Rohan. En los textos originales, los actos heroicos de personajes femeninos como Éowyn son excepcionales precisamente porque transgreden normas establecidas en momentos de necesidad extrema. Esta excepcionalidad les confiere su fuerza narrativa y su capacidad de inspirar, mientras que la generalización de figuras femeninas guerreras, como las Doncellas Escudadas, diluye el impacto de personajes como Éowyn al convertir lo extraordinario en algo común.
El prólogo de Cox atribuye a las Doncellas Escudadas un trasfondo ideológico que parece más un reflejo de debates contemporáneos que una extensión orgánica del mundo de Tolkien. Al describirlas como víctimas de «los efectos colaterales del deseo masculino de poder y control», Cox introduce un discurso que, aunque relevante en el contexto moderno, de nuevo resulta anacrónico en el marco cultural de la Tierra Media. Tolkien nunca retrató a sus sociedades como perfectas, pero tampoco las utilizó como vehículos para criticar de manera explícita las estructuras de poder patriarcales.
Taza de El Señor de los Anillos – La Guerra de los Rohirrim
En lugar de presentar a las mujeres como figuras en conflicto con el dominio masculino, Tolkien las muestra como participantes activas en sus respectivas culturas. Las Doncellas Escudadas, al ser presentadas como una respuesta al abuso masculino, proyectan una narrativa de antagonismo de género que no se encuentra en el material original. Este enfoque simplifica las complejidades de las relaciones sociales en la Tierra Media y reemplaza los dilemas éticos y existenciales por dinámicas sociopolíticas modernas.
Sobre la Doncella Escudada, Olwyn, el libro asegura que«es más diestra con la espada que con el cucharón»
El personaje de Olwyn, descrito como “más diestra con la espada que con el cucharón”, parece diseñado para satisfacer un ideal contemporáneo de feminismo que promueve la igualdad de habilidades físicas entre hombres y mujeres. Si bien no hay nada intrínsecamente problemático en la existencia de mujeres guerreras, esta descripción reduce el carácter de Olwyn a una mera oposición a roles tradicionales. En lugar de desarrollar una narrativa que explore su humanidad y su conexión con el mundo que la rodea, el prólogo parece limitarse a utilizarla como símbolo de una agenda ideológica.
En lugar de imponer narrativas modernas en el legendarium, las adaptaciones deberían esforzarse por respetar y amplificar los temas que ya están presentes en la obra de Tolkien: el sacrificio, la esperanza, la lucha contra la corrupción y la importancia del deber. Al hacerlo, pueden preservar la riqueza del mundo que Tolkien creó, evitando que se convierta en un campo de batalla para agendas contemporáneas.
En definitiva, la inclusión de elementos contemporáneos en adaptaciones de obras clásicas siempre es un desafío que debe abordarse con sensibilidad y respeto hacia el material original. En el caso de La Guerra de los Rohirrim, el tratamiento de las Doncellas Escudadas, Olwyn o Hera como unas figuras emancipadora y la relación conflictiva con Helm parecen más una imposición de valores modernos que un desarrollo orgánico de la historia de Tolkien. Al hacerlo, se corre el riesgo de trivializar la profundidad cultural de Rohan y de transformar la Tierra Media en un reflejo de nuestras propias disputas ideológicas, en lugar de un espejo que nos invita a explorar verdades universales.
Para honrar el legado de Tolkien, es crucial que las adaptaciones modernas comprendan que la fortaleza de sus personajes, sean hombres o mujeres, no radica en su conformidad con valores actuales, sino en su capacidad de encarnar virtudes atemporales dentro de los marcos culturales en los que viven. En última instancia, la grandeza de Tolkien está en su capacidad de hacernos reflexionar sobre nuestra propia humanidad a través de la lente de mundos que, aunque ficticios, resuenan con verdades eternas.