6 de julio de 2025

Éowyn no derrotó al Rey Brujo de Angmar por ser una mujer

Éowyn dando la estocada final al Rey Brujo de Angmar.

La caída del Rey Brujo de Angmar, el temido líder de los Nazgûl y principal sirviente de Sauron, constituye uno de los momentos más icónicos de El Señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien. En la Batalla de los Campos del Pelennor, Éowyn, sobrina del rey Théoden de Rohan, logra lo que parecía imposible: derrotar a un ser prácticamente invulnerable, cuya existencia estaba anclada a la Tierra Media por los oscuros encantamientos de Sauron.

Este episodio, narrado con intensidad en El Retorno del Rey, ha generado numerosos debates entre los lectores y estudiosos del legendarium de Tolkien, especialmente en torno a la pregunta: ¿por qué Éowyn fue capaz de matar al Rey Brujo? Este artículo analiza de manera formal y académica las razones detrás de este evento, explorando el papel crucial de Meriadoc Brandigamo (Merry), la profecía de Glorfindel y las propiedades únicas de las armas utilizadas, con el objetivo de esclarecer la dinámica entre el Rey Brujo de Angmar y la Dama Éowyn, y su desenlace.

La invulnerabilidad del Rey Brujo de Angmar

Para comprender cómo Éowyn logró derrotar al Rey Brujo, es necesario examinar primero la naturaleza de su invulnerabilidad. El Rey Brujo de Angmar, como líder de los nueve Nazgûl, era un ser cuya esencia había sido corrompida por Sauron al aceptar uno de los Anillos de Poder otorgados a los hombres en la Segunda Edad. Este proceso lo transformó en un Espectro del Anillo, un ser ni vivo ni muerto, cuya existencia estaba atada a la voluntad de Sauron y al poder del Anillo Único. En El Silmarillion y otras obras de Tolkien, se describe cómo los Nazgûl eran inmunes a las armas convencionales debido a un encantamiento que los anclaba a Arda, el mundo físico. Cualquier hoja que intentara herir al Rey Brujo se fragmentaría, y su portador sufriría los efectos de un veneno sobrenatural, conocido como el Álito Negro, que podía provocar terror, desesperación e incluso la muerte.

Su invulnerabilidad no era absoluta, pero requería medios extraordinarios para ser superada. El Rey Brujo, consciente de su poder, se jactaba de su aparente inmortalidad, basándose en una profecía pronunciada por Glorfindel en la Tercera Edad tras la caída de Angmar: «No morirá a manos de un hombre». Esta declaración, registrada en los Apéndices de El Señor de los Anillos, fue interpretada por el Rey Brujo como una garantía de su invencibilidad frente a los hombres mortales, lo que alimentó su arrogancia durante la Batalla de los Campos del Pelennor. Sin embargo, como veremos, esta profecía no implicaba una protección mágica absoluta, sino una visión del destino que se cumpliría de manera inesperada.

La intervención de Merry

El momento crucial que permitió la derrota del Rey Brujo ocurrió durante la Batalla de los Campos del Pelennor, cuando Éowyn y Merry, un hobbit de la Comarca, se enfrentaron al Nazgûl para proteger al rey Théoden, quien yacía mortalmente herido. Éowyn, disfrazada como el caballero Dernhelm, desafió al Rey Brujo con valentía, declarando «¡No soy un hombre!» antes de decapitar a su montura alada. Sin embargo, el verdadero punto de inflexión vino de la mano de Merry, cuya contribución fue indispensable para romper el encantamiento que protegía al Rey Brujo.

Merry portaba una espada especial, obtenida en las Quebradas de los Túmulos durante su aventura con Frodo, Sam y Pippin en La Comunidad del Anillo. Estas armas no eran ordinarias; habían sido forjadas por los hombres de Oesternesse, un pueblo de la Segunda Edad que habitó lo que luego sería Arnor. Según Tolkien, estas espadas estaban imbuidas de encantamientos diseñados específicamente para combatir a los habitantes del mundo invisible, como los Espectros del Anillo, tumularios y otras criaturas de sombra al servicio de Sauron. En el capítulo «Niebla en las Quebradas de los Túmulos», Tom Bombadil rescata a los hobbits de un Tumulario y les entrega estas armas, que resultarían cruciales más adelante.

El Señor de los Anillos, ilustrado por Tolkien – JRR Tolkien

Cuando Merry apuñaló al Rey Brujo por detrás, hiriéndolo en la pierna, la espada de Oesternesse rompió el hechizo que anclaba al Nazgûl a la Tierra Media. Este acto deshizo la protección mágica que lo hacía invulnerable, exponiéndolo a ataques mortales. En ese instante, Éowyn aprovechó la oportunidad y, con sus últimas fuerzas, atravesó al Rey Brujo con su espada en el lugar donde debería estar su rostro, acabando con su existencia. Así, el Rey Brujo de Angmar encontró su fin no por una cuestión de género, sino por la combinación de una arma encantada y el coraje de dos seres que desafiaron su poder.

Una interpretación errónea

La profecía de Glorfindel, se pronunció tras la derrota del Reino de Angmar en el año 1975 de la Tercera Edad, ha sido frecuentemente malinterpretada como una indicación de que solo una mujer podía matar al Rey Brujo. Sin embargo, esta interpretación es errónea. Glorfindel es un elfo de gran sabiduría y poder que vaticinó que el Rey Brujo no sería derrotado por un hombre, sino por una mujer y un hobbit. Esta visión no confería una protección mágica al Nazgûl, ni significaba que un hombre no pudiera matarlo bajo las circunstancias adecuadas; simplemente describía el curso del destino.

En efecto, cualquier persona armada con un arma encantada, como la espada de Oesternesse, podría haber roto el hechizo del Rey Brujo y causado su caída. La profecía de Glorfindel se cumplió de manera poética: Éowyn, una mujer, y Merry, un hobbit, fueron los instrumentos del destino que acabaron con el Señor de los Nueve. Este desenlace resalta uno de los temas centrales de la obra de Tolkien: la importancia de los actos aparentemente pequeños y de los individuos más humildes en la lucha contra el mal. Éowyn y Merry, a pesar de no ser grandes guerreros ni figuras de poder, lograron lo que ningún hombre había conseguido, demostrando que el coraje y la voluntad de enfrentarse al mal trascienden las categorías de género o estatus.

El simbolismo de Éowyn y Merry en la narrativa de Tolkien

La derrota del Rey Brujo a manos de Éowyn y Merry tiene un profundo significado simbólico dentro del universo de Tolkien. Éowyn representa la resistencia frente a las expectativas impuestas por su sociedad; como mujer en un mundo patriarcal como el de Rohan, se ve limitada a roles tradicionales, pero su deseo de gloria y su valentía la llevan a desafiar esas normas. Su enfrentamiento con el Rey Brujo es un acto de liberación personal, un momento en el que demuestra que su valor no depende de su género, sino de su espíritu.

Weta Workshop – El Retorno de El Rey | Figura de El Rey Brujo de Angmar sobre Bestia Alada

Por su parte, Merry encarna la humildad y el heroísmo inesperado que Tolkien asocia con los hobbits. A lo largo de El Señor de los Anillos, los hobbits representan seres pequeños e insignificantes, pero su capacidad para influir en los eventos más grandes de la Tierra Media es un tema recurrente. La espada de Oesternesse en manos de Merry simboliza cómo incluso las herramientas del pasado, creadas por hombres olvidados, pueden desempeñar un papel crucial en el presente, un reflejo del interés de Tolkien por la historia y la continuidad.

El Rey Brujo de Angmar y una mujer

La muerte del Rey Brujo de Angmar a manos de Éowyn y Merry no se debe a una restricción mágica que limitara su caída a una mujer, sino a una combinación de factores narrativos y simbólicos cuidadosamente tejidos por Tolkien. La espada de Oesternesse, forjada con el propósito de combatir a los Espectros del Anillo, rompió el encantamiento que protegía al Nazgûl, permitiendo que Éowyn asestara el golpe final. La profecía de Glorfindel, lejos de ser una barrera mágica, fue una visión del destino que destacó la importancia de los actos de coraje de una mujer y un hobbit en un momento crucial de la Guerra del Anillo.

El episodio de la caída del Rey Brujo de Angmar es un testimonio del genio de Tolkien para entrelazar elementos mitológicos, históricos y emocionales en su narrativa. Más allá de las interpretaciones superficiales, este evento subraya la idea de que el verdadero poder reside en la resistencia, la humildad y la voluntad de enfrentarse al mal, independientemente de quién empuñe la espada. Para los estudiosos y aficionados de El Señor de los Anillos, este momento sigue siendo una fuente de inspiración y análisis, un recordatorio de que, en la Tierra Media, incluso los más pequeños pueden cambiar el curso de la historia.

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