11 de marzo de 2025

LA CUARTA EDAD DEL SOL – CAPÍTULO TERCERO | De los reinos y territorios de los orcos y otras criaturas

Durlach, el último de los balrogs

La cuarta edad del Sol – Capítulo Tercero: De los reinos y territorios de los orcos y otras criaturas es una obra redactada por el historiador Javier Cano Galindo. Este texto se publica de manera seriada en formato digital en La Gloria de Gondor, con una entrega por capítulo de periodicidad semanal, hasta la conclusión total de la obra.

ÍNDICE

  • CAPÍTULO PRIMERO: De los reinos y dominios de los hombres y los enanos
  • CAPÍTULO SEGUNDO: De los reinos y dominios de los elfos silvanos y avari
  • CAPÍTULO TERCERO: De los reinos y territorios de los orcos y otras criaturas
  • CAPÍTULO CUARTO: De los reinos y regiones de los hombres del Este y del Sur
  • CAPÍTULO QUINTO: De Vardamir el Piadoso y el culto del Árbol Oscuro
  • CAPÍTULO SEXTO: De la Usurpación de Eldacar y el comienzo de la Gran Guerra
  • CAPÍTULO SÉPTIMO: De la Guerra del Ocaso
  • CAPÍTULO OCTAVO: De la Edad de Hielo y el Diluvio Universal

CAPÍTULO TERCERO

De los reinos y territorios de los orcos y otras criaturas

Los orcos, uruks, trolls y trasgos, tras la caída de Sauron vivían como animales salvajes sin un líder, en tribus y clanes bajo caudillos locales que tomaban el poder por la fuerza, es decir, siguiendo la ley del más fuerte. Habitaban principalmente en las Montañas Nubladas, las Montañas Grises y las Montañas de Angmar y sus valles aledaños, en bastas redes de túneles y grandes colonias. Algunos se establecieron más al norte en Forotdwaith, mientras que apenas habitaban en los bosques y llanuras dentro de los reinos de los humanos, pues a menudo eran cazados y con el tiempo huyeron a sus fortalezas subterráneas dentro de las montañas. Desde aquí, al mando de caudillos poderosos, organizaban partidas de caza y saqueo a asentamientos vulnerables en las tierras humanas.

Saqueadores trasgos en las Montañas Nubladas.

Los orcos, trolls y uruks que quedaron el Mordor fueron poco a poco expulsados y cazados por soldados de Gondor y Rohan, así como por los hombres de Nurn que ahora habitaban esas tierras. Terminaron por esconderse en guaridas dentro de las Ephel Dúath y las Ered Lithui, viviendo del pillaje de forma similar a sus congéneres más norteños.

De todas las fortalezas de orcos, uruks y trasgos la más importante sería Gundabad, que acabaría integrada dentro del Reino de Angmar una vez restablecido.

Troll de las nieves en la tundra invernal al norte de Gundabad.

Con la caída de Sauron muchos numenóreanos negros de Barad-Dûr y Minas Morgul huyeron al sur, hacia Umbar y otras antiguas ciudades que habían pertenecido a los Hombres del Rey. No obstante, hubo algunos de ellos que huyeron muy al norte, guiados por un hechicero numenóreano negro conocido como Agandaûr, quien era uno de los principales capitanes de la Torre Oscura. Había aprendido mucho de Sauron y del Rey Brujo en cuanto a magia oscura. Conocía muy bien la historia del antiguo reino de Angmar y pensó en establecerse allí con unos pocos cientos de los de su raza.

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Huyendo en partidas y de noche, tardando varios meses en llegar a las antiguas ruinas de Carn Dûm. Ahora muy alejados de sus enemigos, establecieron allí campamentos y comenzaron a reconstruir la ciudad. Con el paso de las décadas muchos orcos, trolls de las nieves y otras criaturas se les unieron, además de unificar a los clanes de hombres de la Meseta y las Montañas de Angmar. Con todo esto, comenzó a surgir un nuevo estado en el norte, lo que aumentó la preocupación en la corte de Annúminas, pues no solo Carn Dûm, sino antiguas ciudades y fortalezas como Angsûl, Litash, Gram, Shedûn o Morkat fueron reconstruidas y repobladas por orcos, uruks, trolls de las nieves, hombres del norte y una minoría de dúnedain oscuros y sus descendientes, quienes eran la élite del nuevo reino en el norte.

Agandaûr sería su rey y líder absoluto, quien gracias a la hechicería había logrado alargar su vida por cientos de años al igual que la Boca de Sauron, su mano derecha. Gobernaba con puño de hierro y logró extender su influencia más allá del propio Angmar, anexionando Gundabad, al derrotar a su gran caudillo orco; parte de las Montañas Grises y el extremo norte de las Montañas Nubladas.

La capital Carn Dûm reconstruida, ubicada en las estribaciones occidentales de las Montañas de Angmar.

Por su parte, la mayoría de las Montañas Grises se encontraban bajo el dominio de los dragones, solo una pequeña porción al sureste estaba poblada en pequeñas mansiones de la Casa de Durin y el ala más occidental pertenecía al Reino de Angmar. Los dragones nunca aceptarían someterse a Agandaûr, al que consideraban un simple humano mortal.

Muy al norte, en Forodwaith, aproximadamente a la misma distancia que hay entre Gundabad y Khazad Dûm, solo que, en dirección noroeste desde la primera, un antiguo mal hacía siglos que había despertado. Se trataba de un Balrog conocido en los Días Antiguos como Durlach, el último de los siete y el cuarto en poder. Una de las fortalezas más septentrionales de Morgoth durante la Primera Edad fue su morada, ubicada más al norte que Utumno (esta se encontraba sumergida en Forochel). Esta sería conocida como Barad Heleg, una gran espira de hielo perpetuo y magia oscura donde se habían reunido los restantes maiar menores al servicio de Morgoth tras su caída en la Primera Edad, ahora bajo el poder de Durlach.

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Con el despertar de este poderoso Balrog hacia el 2600 TE, muchos de estos antiguos espíritus se habían concentrado allí, ocultos del mundo en el lejano norte, aumentando cada vez más en poder. Ningún ser vivo racional habitaba allí, solamente algunos animales árticos y algún troll de las nieves, pues ni siquiera los orcos de las nieves llegaban tan al norte.

Barad Heleg había crecido cada vez más, alcanzando una altura de más de 500 metros, en cuya cima brillaba con intensidad una gran luz pálida vista hasta el horizonte. Su ubicación se encontraba a más de 400 kilómetros al noroeste de Gundabad y unos 120 kilómetros al noreste de Forochel. Allí solo habitaban espíritus maiar corrompidos por Morgoth, algunos corpóreos y otros no, incluido el espíritu de Saruman, que había vagado durante décadas completamente menguado (como en el caso de Sauron) hasta quedarse allí, completamente invisible e impotente. Algunos de los lossoth y orcos de las nieves que llegaban a avistar la luz de la gran torre y se acercaban lo suficiente, morían congelados y acaban convertidos en espectros caminando como muertos sin rumbo y atacando a todo ser viviente que se cruzase en su camino. De este modo, las tribus más norteñas de los Lossoth al norte de Forochel, habían fortificado sus aldeas con grandes muros de hielo y piedra para evitar asaltos de los muertos.

Barad Heleg en el lejano norte.

En la próxima entrega de LA CUARTA EDAD DEL SOL – CAPÍTULO CUARTO: De los reinos y regiones de los hombres del Este y del Sur, terminamos este repaso de reinos y territorios hacia finales del reinado de Eldarion, con los reinos e imperios humanos del Este y del Sur.

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