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La Guerra de los Rohirrim, un trámite legal necesario para mantener los derechos de adaptación de las novelas de Tolkien

La Tierra Media de J.R.R. Tolkien ha capturado la imaginación de millones de personas alrededor del mundo, especialmente a través de la icónica trilogía cinematográfica de «El señor de los anillos» dirigida por Peter Jackson. Sin embargo, el reciente lanzamiento de «El señor de los anillos: La guerra de los Rohirrim» por parte de Warner Bros. ha logrado lo impensable: desilusionar a los fervientes seguidores de la saga.

Desde el principio, la expectativa para una nueva inmersión en el universo tolkieniano era alta. Las secuelas de «El Hobbit» quizás no alcanzaron la aclamación universal de su predecesora, pero igualmente cosecharon beneficios millonarios, sugiriendo que una precuela sería un éxito asegurado. Sin embargo, lo que ha llegado a las pantallas es una decepción animada que parece haber sido creada con más prisa que esmero.

Funko Pop de Hera, La Guerra de los Rohirrim

La reciente admisión de Warner Bros. en un comunicado de prensa solo ha añadido sal a la herida. Según el estudio, «La guerra de los Rohirrim» fue acelerada exclusivamente para que New Line Cinema no perdiera los derechos de adaptación de las novelas de Tolkien, mientras el equipo de Jackson y compañía trabaja en futuras películas de acción real. Es alarmante, pero revelador, que la creación de esta película haya sido más una estrategia legal que un esfuerzo creativo.

El resultado de este apresuramiento es palpable. «La guerra de los Rohirrim» ha debutado con un sonoro fracaso en taquilla, recogiendo apenas 4,6 millones de dólares en su estreno en Estados Unidos, lo que la coloca en un modesto quinto lugar, muy por detrás de éxitos como «Vaiana 2». La recaudación global apenas supera los 10 millones de dólares, una cifra que ni siquiera roza el presupuesto de 30 millones que se le asignó.

Funko Pop de Helm, La Guerra de los Rohirrim

La transparencia de Warner Bros. sobre la razón detrás de esta producción es, sin duda, un gesto de humildad en medio de la debacle. Reconocer que la película fue una medida para mantener derechos, más que una apuesta por la calidad, dice mucho sobre la actual estrategia de la compañía. Sin embargo, este reconocimiento no exime a Warner de la responsabilidad de haber presentado al público una obra que carece de la pasión y la dedicación que los fans esperan de cualquier producción asociada a Tolkien.

Además, la falta de inversión en promoción ha sido notoria, sugiriendo que el lanzamiento de la película en cines fue poco más que un trámite legal, un paso necesario para evitar perder una propiedad intelectual de alto valor

Ahora, mientras Warner Bros. se enfrenta a las críticas y a las pérdidas inevitables, la pregunta es si esta lección sobre la importancia de la calidad sobre la cantidad finalmente resonará en las futuras decisiones del estudio. Los amantes de «El señor de los anillos» merecen más que ser utilizados como piezas en un juego corporativo; merecen historias que honren el legado de Tolkien, no que lo usen como moneda de cambio.

En conclusión, aunque la humildad de Warner al admitir la verdadera razón detrás de «La guerra de los Rohirrim» es notable, no debe ser suficiente para absolverlos de haber ofrecido una película que muchos consideran un insulto a un universo tan querido. Aquí, la esperanza es que el próximo viaje a la Tierra Media sea uno realizado por amor al arte y no por la necesidad de mantener derechos.

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