¿Quién es Simon Tolkien? El nieto del reconocido escritor al que le parece que Los Anillos de Poder es una adaptación «totalmente válida»
El legado de J.R.R. Tolkien es vasto. Su obra es un pilar de la literatura fantástica. Su nieto, Simon Tolkien, tiene un papel único en su herencia. Es una figura de autoridad mediática. Sus palabras tienen peso. Su reciente aprobación de la serie de Prime Video, Los Anillos de Poder, ha generado polémica. Él la considera una adaptación «totalmente válida». Esta opinión es profundamente cuestionable. Socava los fundamentos de la obra de su abuelo. Muestra un desprecio por la meticulosidad de Tolkien. También traiciona el espíritu de su legendarium.
El consultor de la serie
Simon Tolkien nació en 1959. Es hijo de Christopher Tolkien. Estudió en Oxford. Luego se convirtió en abogado. Su vida profesional se alejó de la filología. Se distanció del riguroso mundo de su abuelo. J.R.R. Tolkien fue un académico de renombre. Christopher Tolkien siguió su camino. Él dedicó su vida a editar la obra póstuma. Su trabajo fue un acto de devoción. Preservó la coherencia del legendarium.
Simon Tolkien tuvo conflictos familiares. Se debieron en gran parte a las adaptaciones cinematográficas. Él defendía la producción de Peter Jackson. Su padre, Christopher, se oponía firmemente. Vio su mercantilización. Vio su traición a la esencia del texto. Esta tensión marcó su relación. Simon sirvió de consultor para la trilogía original. Su rol fue minoritario. Sin embargo, lo colocó en el mundo del cine. Lo situó en la industria del entretenimiento.
Ahora, su papel es aún más crítico. Simon Tolkien es consultor de la serie. Este hecho es vital para el análisis. Su opinión no es la de un observador imparcial. Es la de un profesional con intereses económicos. Su aval es un apoyo público. Refuerza la legitimidad del proyecto. Su rol compromete su objetividad.
La opinión de Simon Tolkien debe ser contextualizada. Él proviene de la rama pragmática de la familia. Es un hombre de leyes, no de letras. Su visión parece utilitarista. Valora la viabilidad comercial. Prioriza la popularidad sobre la exactitud. Esto es una afrenta a la dedicación de su abuelo. También al trabajo de su padre.
La traición intelectual
La declaración de Simon Tolkien es impactante. Él considera la serie «totalmente válida». Un académico tolkieniano discreparía. Lo haría con un rigor implacable. La serie de Prime Video se desvía del canon. Viene de forma flagrante. Viola la cronología de Tolkien. Comprime miles de años en unos pocos. Los eventos ocurren de forma incoherente.
El tratamiento de los personajes es inexcusable. Galadriel es una guerrera vengativa. Su carácter es completamente distinto. La Galadriel de Tolkien es sabia y serena. Ella resiste la tentación del poder. La serie la representa de forma errónea. Sauron se presenta como un personaje nuevo. Su revelación es un giro de guion. No respeta la mitología original. Se trivializa la complejidad de su caída.
La serie de Prime Video inventa mucho. Introduce personajes y tramas nuevas. Crea una narrativa superficial. La amistad entre Elrond y Durin IV se magnifica. La historia de los Pelosos se inventa por completo. El personaje de Adar se inventa. También el de Arondir. Estas adiciones no enriquecen la obra. Sirven a la conveniencia de la trama. El propósito de Tolkien era la creación de un mundo.
La serie traiciona los temas filosóficos. Tolkien criticó la industrialización. La serie muestra una estética industrial limpia. Ignora la oscuridad del proceso. Tolkien exploró la naturaleza del mal. Vio al mal como una corrupción. Es una fuerza parasitaria. La serie lo trata como un villano. Lo reduce a un personaje de cómic. Se pierde su dimensión ontológica.
Simon Tolkien no es un guardián del legado. Es un facilitador de la mercantilización. Su opinión es un síntoma. Un síntoma del trato de la fantasía clásica. La fantasía se ha convertido en un producto. Es algo sin alma. Los verdaderos fans lo lamentan. La obra de Tolkien merece un mejor destino. Merece un heredero más digno.
El wokismo en la serie
La crítica a la serie es aún más profunda. Se centra en su marcado wokismo. La serie impone una agenda social contemporánea. La introduce de forma artificial. La diversidad se presenta por cuotas. El casting viola descripciones de Tolkien. Elfos y enanos son de razas distintas. Esto choca con la genealogía de la obra.
Tolkien no escribió sobre identidad moderna. Sus personajes se definían por su raza. También por su historia y su cultura. La serie de Amazon ignora esto. Intenta ser inclusiva a la fuerza. Crea personajes para satisfacer una agenda política. Esto es un desprecio a la intención del autor.
El tratamiento de los personajes femeninos es un ejemplo. Galadriel es un prototipo. Un arquetipo de mujer empoderada. Su personaje es un cliché feminista. No tiene la nobleza del original. Se le despoja de su sabiduría. Su papel se reduce a una búsqueda de venganza. Se subvierten los roles de género. Se desvirtúa la obra de Tolkien.
La visión de Tolkien era más profunda. Hablaba de la naturaleza del bien. Hablaba de la nobleza del sacrificio. No hablaba de la política de identidad. El show de Amazon traiciona esto. Su agenda está por encima de la fidelidad. El resultado es un producto inauténtico. Se viste con la piel de Tolkien. Pero su corazón no late al mismo ritmo.
El hecho de que Simon Tolkien lo apruebe es grave. Su opinión es un acto de complicidad. Demuestra que no entiende la obra de su abuelo. O que le importa más su cheque de consultor. Su «validez» es una excusa para la traición. Una traición a los fans y al autor.
La lección de la traición
La postura de Simon Tolkien es indignante. Muestra una profunda falta de respeto. Traiciona el espíritu de Tolkien. Desprecia el trabajo de su propio padre. Su visión es miope. Valora el brillo comercial. Ignora la oscuridad de la traición. La serie es una ofensa para los puristas. También para los eruditos de Tolkien.
La herencia de Tolkien es un tesoro. Su custodia no es para cualquiera. No se le debe confiar a quienes no la valoran. Los verdaderos herederos son los académicos. Son los filólogos y los fans. Son quienes luchan por la integridad de la obra. Ellos no aceptan la «validez» superficial. Ellos exigen la verdad de la historia.
Simon Tolkien no es un guardián del legado. Es un facilitador de la mercantilización. Su opinión es un síntoma. Un síntoma del trato de la fantasía clásica. La fantasía se ha convertido en un producto. Es algo sin alma. Los verdaderos fans lo lamentan. La obra de Tolkien merece un mejor destino. Merece un heredero más digno.