Grima, conocido como Lengua de Serpiente, es uno de los personajes más oscuros y traicioneros de la obra de J.R.R. Tolkien. Su historia, llena de manipulación y ambición, se entrelaza con la decadencia de Rohan y la influencia malévola de Saruman. A lo largo de su vida, Grima se convierte en una figura clave en los eventos que llevan a la caída del reino de Rohan, actuando como el corruptor y el consejero sin escrúpulos del Rey Théoden.
Grima, cuyo nombre completo es Gríma Lengua de Serpiente, nació en la región de Rohan. Su familia era probablemente de bajo linaje, y su pasado está marcado por la traición y la deshonra. Se desconoce mucho sobre su juventud, pero su carácter traicionero y su habilidad para manipular a los demás lo definieron desde temprana edad. Grima se destacó por su astucia y su capacidad para infiltrar y corromper las mentes de aquellos a su alrededor.
Su vida dio un giro oscuro cuando se convirtió en el consejero del Rey Théoden de Rohan. Su ascenso a esta posición se debió en gran parte a las intrigas de Saruman el Blanco, el líder de los Istari que había caído en la corrupción y buscaba el poder absoluto. Saruman, a través de sus agentes y sus propias artes oscuras, logró introducir a Grima en la corte de Edoras.
Grima se ganó la confianza del Rey Théoden, no por méritos propios, sino por su habilidad para sembrar la discordia y la duda en la mente del monarca
A medida que su influencia crecía, Grima se convirtió en el principal medio a través del cual Saruman manipulaba al reino de Rohan. Bajo la apariencia de lealtad y sabiduría, Grima susurraba mentiras y sembraba el mal en el Palacio Dorado de Meduseld. Su apodo, Lengua de Serpiente, era bien merecido, pues su voz suave y su palabra persuasiva eran herramientas eficaces para corromper a los nobles de Rohan. Con cada día que pasaba, el Rey Théoden se volvía más débil y más dependiente de Grima, quien lo mantenía en una especie de hipnosis, privándolo de su juicio y de su voluntad.
Gríma, Lengua de Serpiente, fue quien reveló al Rey Brujo y a los Nazgûl la ubicación de la Comarca mientras estos buscaban el Anillo para devolverlo a su Señor
Saruman, en su afán por obtener el control de Rohan y sus recursos, utilizó a Grima como su peón. A través de él, Saruman obtuvo acceso a la corte y a la información vital sobre las defensas y las estrategias de Rohan. La relación entre Grima y Saruman era simbiótica: mientras Saruman le ofrecía poder y conocimientos oscuros, Grima le daba a Saruman el control y la influencia sobre Théoden y, por ende, sobre todo el reino de Rohan.
Bajo la influencia de Grima, el rey Théoden comenzó a desmoronarse física y mentalmente. Su vitalidad y espíritu fueron erosionados por la manipulación constante de Grima y la creciente influencia de Saruman. El rey, antes un líder fuerte y valiente, se convirtió en una sombra de sí mismo, con una voluntad debilitada y una mente nublada por la duda y el miedo. La corte de Edoras, una vez vibrante y llena de vida, se volvió un lugar sombrío y cargado de intrigas.
Grima se erigió como el verdadero poder detrás del trono
El punto de inflexión en la historia de Grima y Rohan llegó cuando Gandalf el Gris, que había estado buscando una manera de liberar al rey y al reino de la influencia de Saruman, llegó a Edoras. Con su llegada, Gandalf desafió la autoridad de Grima y expuso su traición y sus manipulaciones. La confrontación entre Gandalf y Grima fue tensa y reveladora. Gandalf, con su sabiduría y poder, logró romper el hechizo que Saruman había lanzado sobre Théoden, devolviéndole su mente y su voluntad. El Rey, recuperado de su letargo, se enfrentó a Grima, quien intentó sin éxito defender su posición y su influencia.
Tras la llegada de Gandalf el Blanco, quien liberó la mente del rey Théoden, Gríma fue forzado a elegir entre servir al rey o ser exiliado. Optando por la segunda opción, huyó a Isengard, donde llegó poco después de la Batalla del Abismo de Helm, en la que los Uruk-hai de Saruman fueron derrotados.
Durante una tensa conversación entre Gandalf y Saruman en Isengard, Gríma, en un arrebato de odio, lanzó la Palantír de Orthanc, desconociendo su verdadero valor, lo que enfureció enormemente a Saruman. Posteriormente, Saruman consiguió que Bárbol, el ent que protegía Isengard, le liberara y llevó a Gríma consigo.
Saruman y Gríma, ahora reducido a una sombra de sí mismo, llegaron a la Comarca, que sería industrializada y sometida. Siguiendo las órdenes de Saruman, Gríma asesinó a Lotho Sacovilla-Bolsón y se instaló en Bolsón Cerrado.
Tras la caída de Sauron, los hobbits Frodo, Sam, Merry y Pippin regresaron para enfrentar a los rufianes de Saruman y liberaron la Comarca en la Batalla de Delagua. En un acto final de desesperación y cansado de las constantes humillaciones, Gríma mató a Saruman clavándole un cuchillo en la garganta. Poco después, Gríma fue abatido por los arqueros hobbits en Bolsón Cerrado.
Con la muerte de Gríma y Saruman, la Guerra del Anillo llegó a su fin en la Comarca, marcando el cierre de un capítulo oscuro en la historia de la Tierra Media.