13 de noviembre de 2024

Las ilustraciones del libro Tolkien Legendarium: Héroes realizadas con IA provocan un encendido debate sobre el uso de estas herramientas

El pasado martes 24 de septiembre, la editorial cARTEm reveló en su cuenta oficial de Instagram la portada de su nuevo libro llamado Tolkien Legendarium: Héroes.

La editorial ha emitido un comunicado en redes sociales en el que se posicionan a favor de la inteligencia artificial y destacan necesario “adaptarse” a estas nuevas tecnologías:

“La caja se ha abierto y no se va a cerrar”, explican

El anuncio generó de inmediato polémica en redes sociales debido a un detalle significativo: tanto la portada como el resto de las ilustraciones del libro fueron creadas mediante inteligencia artificial, una herramienta que muchos consideran perjudicial para el trabajo de ilustradores, artistas, pintores, fotógrafos y otros profesionales del sector.

Ante la catarata de críticas recibidas, Pedro Iribarnegaray, uno de los propietarios de cARTEm, publicó un comunicado donde explicó su postura respecto al uso de la IA en el ámbito editorial.

En su declaración, Iribarnegaray sostiene que la inteligencia artificial “no roba”, ya que las ilustraciones generadas no se asemejan a ninguna existente, y defiende que la IA “crea a partir de los trillones de imágenes que ha visto” a una velocidad y con una capacidad que, según él, genera temor. «Lo que percibo es miedo», señala, comparando la situación actual con la transición al entintado digital a finales de los años 90, cuando aquellos que se adaptaron al cambio pudieron continuar trabajando en el sector.

Libro de Tolkien Legendarium: Tomo 1: Héroes de Martin Simonson – Editorial cARTEm

El proyecto surgió, según el editor, a partir de la necesidad de explorar con mayor profundidad los personajes del universo de Tolkien, y para ello decidieron aprovechar al máximo la tecnología actual, aplicada por expertos en el tema. Carlos del Corral, responsable de las ilustraciones del libro, no es ilustrador sino director y profesor de inteligencia artificial en una academia, lo que confirma el uso total de herramientas de IA en el proceso creativo. En su comunicado, la editorial también defiende su postura frente a las críticas, afirmando que la IA generativa “ha llegado para quedarse” e instando a los profesionales a adaptarse a su uso. «La caja ya se ha abierto, y no se va a cerrar», concluye el comunicado.

Sin embargo, la publicación de estas explicaciones no ha frenado la controversia, sino que la ha intensificado. Varios lectores, ilustradores y profesionales del sector han manifestado su desacuerdo con la posición de cARTEm.

Uno de los casos más destacados es el del ilustrador David Rubín, quien anunció públicamente la ruptura de su colaboración con la editorial tras leer el comunicado. En sus propias redes sociales, Rubín expresó su rechazo hacia el uso de la IA generativa en la creación de libros ilustrados, afirmando que dicha tecnología atenta contra su profesión y empobrece el panorama editorial. En un correo dirigido a la editorial, Rubín calificó como «inadmisible» la decisión de cARTEm de apostar por un libro enteramente ilustrado mediante IA, considerando el comunicado un insulto hacia la profesión de los ilustradores. «Mi ética no me permite colaborar con una empresa que contribuye a empeorar aún más la situación de mi sector», concluyó el ilustrador.

Esta ruptura profesional se suma a las numerosas críticas y denuncias que continúan circulando en redes sociales, alertando sobre las posibles consecuencias de una decisión que podría poner en riesgo el futuro laboral de miles de ilustradores en España.

Esta situación recuerda a la vivida en el siglo XIX, concretamente en el año 1830 con el descubrimiento de la fotografía

La fotografía enfrentó una dura y controvertida batalla para poder ser considerada una forma de arte, puesto que a los fotógrafos les costó mucho llegar a ser considerados artistas. Los pintores de aquella época sintieron como un grave amenaza el papel de la fotografía en su trabajo artístico, ya que representaba un medio visual potencialmente rival, viéndiose obligados a encontrar formas de utilizar la fotografía, lo admitieran o no.

A principios del año 1862, se publicó un artículo en el diario Photographic Journal, donde se resumían los constantes debates sobre si la fotografía se podía considerar un arte, afirmando: «la cuestión no es si la fotografía es una bella arte per se -ni la pintura ni la escultura pueden afirmarlo-, sino si es capaz de expresión artística; si en manos de un verdadero artista sus producciones se convierten en obras de arte».

El naturalista francés Louis Figuier realizó una observación muy acertada sobre la relación entre la fotografía y las bellas artes. Señaló que, «hasta ahora, el artista ha tenido el pincel, el lápiz y el buril; ahora, además, tiene la lente fotográfica. La lente es un instrumento como el lápiz y el pincel, y la fotografía es un proceso como el grabado y el dibujo, porque lo que hace a un artista no es el proceso sino el sentimiento».

Como reflexión final, creemos que es momento de aceptar y adaptarse a las nuevas herramientas digitales que tenemos a nuestra disposición. En el mundo de las imágenes y el arte, ya hubo controversia con la propia fotografía, años más tarde con los diseñadores gráficos digitales y los ilustradores manuales, y actualmente el debate se centra en la IA.

Las nuevas tecnologías requieren la adaptación y la historia nos ha demostrado que el negar la revolución digital nunca ha servido de mucho, es por ello que desde La Gloria de Gondor también utilizamos para determinados trabajos gráficos de nuestra web y las redes sociales un creador de imágenes llamado Midjourney.

Respetamos y entendemos la opinión de ilustradores y profesionales contrarios a la IA, pero en 1830 nosotros estaríamos del lado de los fotógrafos y en el año 2024 seguimos del lado de la adaptación digital.

3 thoughts on “Las ilustraciones del libro Tolkien Legendarium: Héroes realizadas con IA provocan un encendido debate sobre el uso de estas herramientas

  • El secreto de la cuestión no es si se puede hacer o no. Es si hay suficiente público dispuesto a pagar por ello. Yo tengo todos los libros de ilustraciones y calendarios de David Day, Alan Lee, Ted Nasmith,… y compraré todos los que saquen. El hecho por IA no me interesa ni como curiosidad.

    Al final, como todo, será una elección del consumidor. Lo están dejando claro los mercados del cine y de los videojuegos. Las empresas pueden intentar vende muchas cosas. Si se estampan contra un muro, adios. Y no olvidemos que esto es entretenimiento. Hay mucha competencia y en el fondo no es un bien de primera necesidad.

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  • En realidad hay convenientes errores conceptuales al momento de abordar el problema. Las empresas de IA han robado material con derechos de autor, o sea propiedad privada de artistas y herederos, para alimentar sus sistemas, que sin estas imágenes simplemente no funcionan, por lo tanto no solo no hace falta que en el resultado se manifiesta el plagio sino que es suficiente con que hayan utilizado el material sin permiso de sus autores ni retribución económica por ello. La comparación con el momento de la aparición de la fotografía es absurda, ya que la fotografía no robó las pinturas existentes, ni reemplaza en sus resultados a la obra pictórica, si quisiésemos trazar una analogía podemos hacerla con la aparición de la imprenta que reproducía sin permiso de los autores su obra y lucraban con ello, hasta que 260 años después en 1710 La reina Ana creó el estatuto para defender a los autores y así puedan cobrar por el uso de su obra con el objeto de que puedan vivir de ello y seguir produciendo, pero bueno negocio mata moral.

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  • El hecho de que utilicéis la analogía de la fotografía para intentar explicar este caso indica que, en realidad, no os habéis enterado de nada, por lo que resulta sorprendente (casi indignante) que, encima, pontifiquéis al respecto (como hace el indocumentado de Iribarnegaray en su intolerable comunicado). Aquí no se trata de si los artistas están a favor o en contra de las nuevas tecnologías (de hecho, muchos de ellos han dado el salto a lo digital y utilizan esa forma de trabajo como algo habitual); aquí, lo que se dilucida es si debemos aceptar como válida una tecnología que se nutre de obras creadas por autores humanos, a quienes no se les reconoce derechos de autor, ni de propiedad (Marcelo Otero lo explica bien en el comentario anterior). Vosotros, al parecer –como Iribarnegaray– parecéis estar a favor de ese expolio. Y eso lo dice todo.

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