Cuando Las Dos Torres, la segunda entrega de la trilogía cinematográfica de El Señor de los Anillos dirigida por Peter Jackson, se estrenó en diciembre de 2002, su impacto fue monumental. Sin embargo, también desató una controversia absurda: algunos colectivos en EEUU acusaron a la película de “explotar” la tragedia del 11S de 2001, alegando que su título de Las Dos Torres era “insensible” por la similitud con las Torres Gemelas destruidas en el ataque terrorista.
Estas críticas, promovidas por grupos que parecen vivir de la polémica fácil y el boicoteo sin sentido, ignoran un hecho crucial: Las Dos Torres es una novela de J.R.R. Tolkien publicada en 1954, y su título no tiene ninguna relación con el 11S. La reacción de estos colectivos no solo fue desproporcionada; refleja una hipersensibilidad que busca victimizarse a costa de obras artísticas que merecen respeto, no censura. En 2025, mientras recordamos esta controversia, es hora de criticar la cultura del agravio y defender el legado de Tolkien y Jackson.
Un título que precede al 11S por décadas
Las Dos Torres forma parte de El Señor de los Anillos, una obra maestra de la fantasía escrita por Tolkien entre 1937 y 1949, y publicada en tres volúmenes entre 1954 y 1955. El título hace referencia a las fortalezas de Orthanc, en Isengard, y Minas Morgul o Cirith Ungol, en Mordor, que simbolizan las fuerzas del mal en la Tierra Media. Cuando Peter Jackson adaptó la saga al cine, con La Comunidad del Anillo (2001), Las Dos Torres (2002) y El Retorno del Rey (2003), mantuvo los títulos originales, respetando la visión de Tolkien. La decisión fue lógica: cambiar el nombre habría sido una traición a una obra que llevaba casi medio siglo inspirando a millones.
Sin embargo, tras los atentados del 11S, que destruyeron las Torres Gemelas y dejaron casi 3.000 muertos, algunos colectivos en EE.UU. vieron en el título una supuesta “falta de sensibilidad”. Grupos como el que lideró Kevin Klerck lanzaron peticiones online exigiendo a Jackson y a New Line Cinema que renombraran la película, argumentando que Las Dos Torres evocaba el trauma del 11S y “explotaba” la tragedia para fines comerciales. Estas acusaciones no solo eran infundadas; eran un ataque gratuito a una obra que no tenía ninguna intención de herir. Tolkien escribió esta novela décadas antes del 11S, y la producción de la trilogía comenzó en 1999, mucho antes de los atentados. Pretender que Jackson cambiara el título era tan absurdo como pedir que Shakespeare renombrara Romeo y Julieta por mencionar el suicidio.
La hipersensibilidad de los ofendiditos
La reacción de estos colectivos refleja una tendencia preocupante que, en 2025, sigue vigente: la facilidad para ofenderse y el afán de boicotear sin sentido. Estos grupos, que parecen prosperar en la polémica fácil, no buscan diálogo ni comprensión; buscan atención y poder a través de la victimización. Acusar a Las Dos Torres de explotar el 11S no solo ignora el contexto histórico de la obra, sino que trivializa una tragedia real al compararla con una obra de ficción. El dolor del 11S merece respeto, pero usarlo como arma para atacar una película basada en un libro de los años 50 es una manipulación emocional que no debería tener cabida.
Peter Jackson y su equipo enfrentaron un dilema injusto. La trilogía, rodada simultáneamente entre 1999 y 2000, estaba lista para su estreno escalonado, un logro titánico que revolucionó el cine. La Comunidad del Anillo había sido un éxito en 2001, y cambiar el título de Las Dos Torres habría roto la coherencia de la saga y deshonrado a Tolkien. Jackson, consciente de la sensibilidad post-11S, tomó medidas como eliminar referencias a las torres en los tráileres y ajustar la promoción, pero se mantuvo firme en no alterar el título. Fue una decisión valiente: ceder ante estos colectivos habría sentado un precedente peligroso, dando poder a quienes buscan censurar el arte bajo el pretexto de la “ofensa”.
El legado de Tolkien y Jackson
La controversia, aunque ruidosa, no logró empañar el éxito de Las Dos Torres. La película recaudó más de 900 millones de dólares y ganó dos premios Óscar, consolidando a El Señor de los Anillos como un hito del cine. Los fans, tanto en 2002 como en 2025, reconocen que el título no tiene ninguna conexión con el 11S; es un homenaje a la visión de Tolkien, no una provocación. En X, donde los debates sobre 11S Las Dos Torres resurgen cada cierto tiempo, la mayoría de los usuarios defienden la obra de Jackson, criticando la “cultura de la cancelación” que intentó boicotearla.
El episodio sirve como recordatorio del valor de El Señor de los Anillos. La obra de Tolkien, con su riqueza mitológica y su mensaje de esperanza, no merece ser instrumentalizada por colectivos que viven de la controversia. Tolkien creó un universo que trasciende épocas y tragedias, y Jackson lo llevó a la pantalla con un respeto absoluto. Pretender que Las Dos Torres explota el 11S es un insulto a ambos creadores y a los millones de fans que han encontrado inspiración en la Tierra Media.
Una lección para el presente
En 2025, la cultura del agravio sigue siendo un problema. Las redes sociales amplifican las voces de quienes se ofenden por todo, desde títulos de libros hasta personajes de ficción, exigiendo cambios sin considerar el contexto ni el valor artístico. El caso de Las Dos Torres nos enseña que ceder a estas presiones no es la solución; el arte debe ser defendido, no censurado. Los colectivos que atacaron la película en 2002 no representaban a las víctimas del 11S; representaban una mentalidad victimista que busca poder a través del boicot.
Es hora de que aprendamos a separar el arte de las tragedias y a respetar las obras en su contexto. Las Dos Torres es una joya literaria y cinematográfica que no merece ser manchada por polémicas absurdas. Tolkien y Jackson nos dieron un regalo que sigue emocionando a generaciones; no permitamos que la hipersensibilidad lo empañe. Que los ofendiditos sigan buscando polémicas, pero que el legado de El Señor de los Anillos permanezca intacto, como las torres que inspiraron su título: inquebrantable y eterno.