Los Anillos de Poder no ha entendido nada sobre el legendarium de Tolkien

La serie de Amazon Prime Video Los Anillos de Poder generó unas expectativas enormes con el estreno de su primera temporada allá por el año 2022, pero su ejecución ha dejado mucho que desear. No es necesario ser un erudito de las obras de J.R.R. Tolkien para advertir que la serie carece de coherencia, tanto narrativa como en la caracterización de sus personajes. Es un producto que, en lugar de honrar la rica tradición de la Tierra Media, la distorsiona de manera flagrante por motivos puramente ideológicos.

Conociendo la extraordinaria forma de escribir de Tolkien, nos deja claro que el corazón de cualquier historia son sus personajes. El profesor, un maestro en este sentido, creó figuras profundamente complejas cuyas acciones y destinos estaban intrínsecamente ligados al mundo que habitaban.

La serie, sin embargo, parece ignorar estos fundamentos

Uno de los ejemplos más notorios es Galadriel. En la serie, se la representa de manera inconsistente con su origen. Galadriel es una de los Noldor que abandonaron Valinor, una decisión que resultó en una maldición. En el tiempo en que se ambienta la serie, ella es la última de ese grupo, incapaz de regresar a Valinor no solo por la prohibición impuesta, sino también por su propia vergüenza. Sin embargo, su relevancia no radica únicamente en este exilio: Galadriel es la elfa más sabia de la Tierra Media, una figura reverenciada, pero que eligió no asumir un rol de liderazgo.

La relación de subordinación que muestra la serie entre Galadriel y Gil-galad, «Alto Rey» de los elfos, es un absoluto error

Lejos de darle órdenes, Gil-galad la respeta profundamente y jamás se opondría a ella, sino que buscaría su consejo.

Otra distorsión significativa es la representación de Elrond. En la serie, se le trata como un personaje sin mayor peso frente a Gil-galad, un simple heraldo supeditado a las órdenes del Alto Rey, lo cual es totalmente incorrecto. Elrond es hijo de héroes, criados juntos como hermanos con el propio Gil-galad, y su importancia es tal que debería estar a la par de este.

En cuanto al Señor Oscuro Sauron, la adaptación no logra captar su verdadera esencia. En el universo de Tolkien, Sauron es el lugarteniente del Vala Morgoth, un ser de reverencia y terror para todos los orcos, ya sean caudillos o soldados. Es inconcebible que cualquier criatura bajo su influencia se rebelara contra él. Sauron no es simplemente un antagonista; es una figura cuasi divina para las criaturas malignas de la Tierra Media, algo que la serie ignora o simplifica deliberadamente.

Finalmente, los Tres Anillos de los elfos, descritos en las obras de Tolkien como objetos de pura bondad, son tratados en la serie de manera contradictoria. Nadie en su sano juicio querría destruirlos, ya que su poder es una bendición. Presentarlos como algo que debe ser desechado es otra señal de que los guionistas han perdido de vista la esencia misma de la mitología creada por Tolkien.

En resumen, Los Anillos de Poder no solo pervierte a los personajes de la obra original, sino que también falla en capturar la complejidad de su universo. Es una serie que traiciona el legado de uno de los autores más influyentes de la literatura fantástica, y lo hace de una manera que, sin importar si se ha leído o no la obra original, resulta evidente.

Es un despropósito que carece de sentido en su propio contexto y que decepciona profundamente a quienes esperaban una adaptación fiel y respetuosa.

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